Nuestra función es social, colaboramos dando mejores oportunidades laborales a quien lo necesita.
Elaboramos e implementación de procesos de evaluación de conocimientos, habilidades, aptitudes y demás capacidades que un individuo necesita para su óptimo desempeño dentro del ámbito laboral y en beneficio de la sociedad
Contribuir al desarrollo integral de las personas para darles mejores oportunidades en su incorporación al mercado de trabajo o su crecimiento posterior, así como fomentar en las organizaciones procesos de educación, atracción de talento, organización y reestructuración para potenciar a personas en beneficio de la sociedad, ello mediante procesos de evaluación con metodología sólida.
Ser el referente en desarrollo integral de personas y organizaciones mediante procesos de evaluación perfectamente estructurados.
Integridad. Nos conducimos dentro de los más rigurosos principios éticos y legales generando confianza en nuestro servicio.
Responsabilidad. Compromiso social con nuestros clientes y la sociedad en general.
Solidaridad. Dando una oportunidad a quienes más lo necesiten, anteponiendo el bienestar colectivo al lucro.
Eficiencia. Alcanzar los objetivos fijados mediante la óptima utilización de los recursos disponibles y la garantía requerida.
Competitividad. Lograr un alto desempeño y eficiencia contribuyendo a elevar el valor de las personas, instituciones y empresas.
Existen personas que tienen potencial, pero su carrera no es guiada de forma apropiada por lo que su desarrollo se ve limitado; otra parte, hay gente que no puede avanzar en su carrera y desconoce los motivos, lo que provoca frustración, retraso, desempeño subóptimo y en algunos casos abandono de la profesión. En contraparte, las empresas invierten en personal, pero no obtienen un máximo desempeño al tener personal mal capacitado o con desarrollo limitado, poniendo en riesgo sus actividades y razón de ser.
Por ello surge la AGENTA, para propiciar que aquellos que tienen pocas oportunidades, nulo o limitado apoyo, puedan contar con mejores elementos para su desarrollo integral desde que estudian hasta que trabajan o se certifican, sabemos que el desarrollo de alguien en su trabajo impacta a las familias y a cada uno de nosotros, de ahí que nuestros motivos sean para el cuidado de la sociedad
Director de la Agencia Nacional de Evaluación y Desarrollo de Talento, A.C. (AGENTA).
Director de Capacitación y Certificación, Unidad de Política de Recursos Humanos de la APF, Secretaría de la Función Pública (de noviembre de 2021 a la fecha).
En el ámbito universitario y profesional, como es el caso de la certificación, existe la creencia de que para evaluar se deben responder los exámenes sin la utilización de libros o cualquier otro apoyo. Por el contrario, quienes permiten resolver exámenes consultando material bibliográfico u otra clase de documentos, apuntes incluso, lo cual puede suponerse como una ayuda que facilita su respuesta o les da ventaja ¿quién tiene razón en este caso?
Para responder a esa interrogante es necesario recordar que un examen es sólo el instrumento para evaluar un resultado de aprendizaje y que éste tiene diferentes niveles y propósitos, por lo tanto, el tipo de examen y de preguntas a aplicar, así como el material permitido para su respuesta dependen de lo que se pretenda medir, para ello, se debe precisar qué aprendizaje se desea comprobar y para qué, después se debe planear el tipo de evaluación y los apoyos implicados para responderla.
Por ejemplo, si se desea saber si una persona es capaz de recordar el número de un artículo en una ley, alguna fecha o una definición de manera puntual el tipo de examen requerirá omitir la consulta de libros ya que las respuestas se encontrarán ahí de forma inmediata y el propósito de la evaluación, que iba encaminada a la memorización, no se cumple. Lo más relevante al respecto es saber para qué se requiere comprobar que una persona es capaz de retener el número de un artículo en una ley, una fecha o un concepto de forma textual ya que eso no implica que entienda lo que memorizó o que sepa aplicarlo, no obstante, puede tratarse de algún dato importante que requiera ser aprendido de forma literal; ese es el dilema que debe resolver quien evalúa. Por otra parte, si en el ejemplo citado se permite el uso de libros y se pregunta una fecha, un número de artículo o una definición, se puede medir la habilidad de sus alumnos en el manejo de publicaciones o su capacidad de encontrar artículos en una ley, pero no se mide la capacidad de retención o comprensión siquiera de lo que se lee.
Por su propia naturaleza, la educación superior se encamina a capacitar a personas para insertarse en el ámbito laboral en diversas instancias, situación que implica simular la realidad en el aula, de ahí el modelo basado en competencias, lo mismo aplica para la certificación profesional ya que está íntimamente ligada al ejercicio de actividades para resolver problemas o situaciones típicas de la práctica; como consecuencia, el mismo conocimiento puede ser llevado a distintos niveles, por ejemplo, un alumno de administración puede conocer la definición de “planeación” y repetirla textualmente, sin embargo eso no demuestra que comprenda en qué consiste, de requerirse esa definición en un examen tendría que prescindirse el uso de libros, sin embargo, cuando interesa llevar el conocimiento a la aplicación, se puede examinar a un alumno pensando en la solución a un cuestionamiento específico; siguiendo con el ejemplo, podría cuestionársele sobre un caso que simule un problema a resolver con la planeación, para ello podría ocupar los textos que contengan la teoría que aplique al caso.
Los libros en un examen que mide la práctica fungen como una herramienta más de apoyo ya que lo mencionado en los textos está sujeto a la interpretación del examinado para aplicarse al caso en cuestión, por lo tanto, además de probar la capacidad del examinado en la solución del problema, el examen también ayuda a medir sus facultades para interpretar y utilizar la información de los libros así como su habilidad para el manejo de herramienta de apoyo; tal como sucedería en la vida real en la que para la solución de problemas se puede acceder a bibliografía entre otras fuentes de información, tal es el caso de leyes, normas y formularios, entre otros. Es menester mencionar que en este ejemplo se requiere que el alumno sea capaz de resolver problemas genéricos, no sólo los problemas de los libros, para lo cual el académico deberá hacer lo pertinente a fin de acercar el conocimiento a la realidad y que esto mismo se refleje en su examen.
Al hablar sobre la autorización de consultas en las evaluaciones, el Mtro. Roberto Celaya Figueroa, Premio Nacional de Contaduría Pública, menciona que “el profesionista, ya en el desempeño de sus actividades como tal, tiene la libertad de efectuar consultas para corroborar el trabajo que está realizando” .
En una simulación de la realidad también se debe considerar el entorno cambiante y globalizado en que se desenvuelve cada profesión, lo cual representa un reto a considerar al momento de evaluar, tal es el ejemplo de las leyes fiscales que sufren cambios constantes siendo necesario instruir a las personas y examinarlas en su capacidad de interpretación y manejo de las leyes, no sólo de la normatividad vigente sino de los principios que las integran, los cuales permanecen en el tiempo.
En conclusión, para aprovechar todas las posibilidades y alcances de una evaluación, es necesario que se explicite con la mayor claridad posible el motivo de la misma, ello implica cerciorarse de que está suficientemente explicado lo que se pretende comprobar y buscar el medio apropiado para ello, así como los apoyos que se requieren para obtener el resultado deseado.
Mtro. José Longinos del Carmen González Sánchez
AGENTA, Director
Para la certificación profesional se requieren tres participantes: Colegios de profesionales, sustentantes y un organismo evaluador.
La importancia de la participación de un organismo evaluador en un proceso de certificación radica en la confianza que brinda a la sociedad al mantenerse imparcial en el proceso de evaluación y al diseñar un instrumento válido, objetivo, confiable y pertinente, cualidades reconocidas por diversos organismos e instituciones en el país y en el extranjero.
La sociedad reconoce así en la certificación profesional un elemento más de juicio para valorar a los contadores públicos con cuyos conocimientos y habilidades profesionales se beneficia. Reacciones favorables a la certificación se has visto reflejadas en diversas entidades que requieren que determinados puestos o actividades sean ejercidas por quienes esten certificados, igualmente hay empleadores que para contratar o promover personal requieren de personal certificado. En ese contexto, existen disposiciones legales que dan un notable impulso a la certificación profesional haciéndola cohercitiva para determinadas funciones.
De esta forma a las agrupaciones de profesionales se les torna indispensable obtener el reconocimiento de idoneidad por parte de la Secretaría de Educación Pública, como “Auxiliar en la vigilancia del ejercicio profesional de la Contaduría Pública, en la modalidad de certificación profesional”, proceso que, entre otros, requiere que los colegios cuentes con un órgano evaluador tercero en su proceso de certificación.
¿Hacia dónde se dirige la certificación profesional? Profesiones que por su naturaleza son sujetas de certificación son todas las que se relacionan con la salud, la seguridad y el patrimonio, por lo que los beneficiarios inmediatos de la certificación no son los profesionales certificados sino la sociedad que puede contar con un elemento adicional que le da certeza avalada por un tercero para tomar decisiones.
Por último, es menester destacar que uno de los elementos fundamentales de la certificación es el reconocimiento, el cual se puede volver norma. Se trata del valor que la sociedad le asigna a la certificación, la aceptación social de un proceso en que se deposita la confianza, habida cuenta la técnica y la experiencia puestas al servicio del examen correspondiente.
Mtro. José Longinos del Carmen González Sánchez
AGENTA, Director
Salvador Ruiz de Chávez Ochoa (SRCH, n.1948) fue director de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1989 a 1993 y tuvo el acierto de fijar como horizonte de esa institución la calidad académica. Esto implicó el desarrollo y puesta en marcha de innovadores programas, arduas jornadas de trabajo, internacionalización del quehacer universitario, un firme liderazgo y sobre todo, una clara convicción por el desarrollo integral de los estudiantes. Había que transformar la fisonomía de una de las facultades más grandes de la UNAM.
Pero mover una facultad hacia la transformación académica no fue fácil. SRCH tuvo que tomar decisiones en un ambiente adverso, el cual gradualmente se fue transformando como resultado de su incansable esfuerzo y de una particular mística personal. Pese a la hostilidad, SRCH supo conformar un equipo de trabajo unido y profesional (Juan José Pérez Castañeda, Jorge Acoltzi, Eva Ruelas, Óscar Lara-Fournier, Jesús Escobedo, Alfonso Orozco-Castañon, Nadima Simón y Fernando Arias Galicia, entre otros). Además, siempre mantuvo la esperanza en los jóvenes estudiantes y en los profesores. Reflejo de ello, fue su convicción de fundar, en 1998, la Asociación de Profesores de Contaduría y Administración de México (APCAM), cuya misión es promover la creación de oportunidades de desarrollo para los académicos y así mejorar la función docente.
Si tomamos en cuenta que Administración, Negocios y Contabilidad son áreas que aglutinan alrededor del 17 por ciento de la matrícula escolarizada total de licenciatura (527,279 jóvenes) y que los actuales programas del mejoramiento docente dejan fuera al profesor de asignatura, se podrá aquilatar mejor la importancia de la APCAM en el campo de la educación superior. Desde 1998, esta asociación ha organizado, anualmente, el Congreso Internacional sobre Innovaciones en Docencia e Investigación en Ciencias Económicas Administrativas y mantiene una revista electrónica arbitrada (www.apcam.org.mx).
Pero a muchos, inexplicablemente, el valioso trabajo de la APCAM les incomoda. Aún así, SRCH no se arredra y prefiere fijarse nuevas metas en el sector universitario y fuera de él, un día diseña y organiza exámenes generales de egreso para contaduría y administración desde el Ceneval, otro organiza los procesos de evaluación interinstitucional de los CIEES (Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior) o se le ocurre fundar una consultora educativa y además, dirigir el área de capacitación y desarrollo institucional de la Auditoria Superior de la Federación. Por si esto fuera poco, sigue practicando la natación, deporte que lo llevó, en 1968, a ser miembro del equipo nacional junto a campeones de la talla de Guillermo Echevarría, Felipe “el Tibio” Muñoz y María Teresa Ramírez. Creo que si Salvador Ruiz de Chávez viviera en un país moderno, las más reconocidas universidades del país no hubieran prescindido de sus capacidades y labor docente; pero México es, a veces, terriblemente ingrato. ¿No me creen? Pregúntele a muchos otros académicos, intelectuales y artistas que tienen que dejar su tierra para poder abrirse camino. Aquí el mérito es lo de menos. ¡Vivan los compromisos, ambición e intereses!
Al contrario de otros “universitarios” que se amargan por la pugna académica, SRCH sigue creyendo en las personas, mantiene su buen humor y ensancha su generosidad. Quizás sus estudios, vida y amor por el Japón le introdujeron el gen estoico y trabajador, que muchos de los que colaboramos con él tuvimos que “sufrir” y adoptar en algún momento. Vimos entonces que la herencia no sólo es un proceso de índole genético, sino que las virtudes también puede incrustarse en nosotros por admiración y cariño. ¿Como en los sistemas cuánticos abiertos?
Mañana 25 de octubre de 2013 una aula del Centro de Desarrollo Docente de la FCA-UNAM llevará oficialmente el nombre de Salvador Ruiz de Chávez. Tal hecho reconoce a un maestro dedicado, a un director visionario, a un amigo que supo ser leal y a un universitario cuya impecable trayectoria profesional no se ha asentado en la lisonja ni en la cultura cortesana que aun, por desgracia, sigue permeando la vida universitaria. Aun cuando SRCH fue capaz de centrar su atención y preocupación en la vida y trayectoria de los jóvenes estudiantes (aparte de mejorar los indicadores clásicos de desempeño), la Junta de Gobierno de la UNAM decidió no reelegirlo para el periodo 1993-1997. A 20 años de esa inexplicable decisión, quedan muchas lecciones y preguntas abiertas para la vida y “cambio” institucional de la Universidad Nacional.
Como egresado de la FCA, espero que los estudiantes que crucen la puerta del salón Salvador Ruiz de Chávez mediten que así como las virtudes individuales pueden cultivarse por medio de la reflexión y el estudio, la envidia, ambición y mala leche son vicios de cualquier espacio social. Pero no hay que arredrarse, hay ejemplos concretos que siguen marcando una línea honesta y congruente en el quehacer universitario. A éstos hay que unirse y seguir.
Pedro Flores Crespo, Doctor en Política por la Universidad de York, investigador y académico del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (UIA)